jueves, junio 09, 2011

Hermanos.

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Blanco, negro. Hielo, desierto. Tan diferentes e iguales, dos caras de la misma moneda. ¿O se trata de la misma cara? Norte y sur de un país imaginario. Guardianes de la noche y monjes cartujos, hermanos en la soledad unidos por un juramento eterno.


“—Escuchad mis palabras, sed testigos de mi juramento ... La noche se avecina, ahora empieza mi guardia. No terminará hasta el día de mi muerte. No tomaré esposa, no poseeré tierras, no engendraré hijos. No llevaré corona, no alcanzaré la gloria. Viviré y moriré en mi puesto. Soy la espada en la oscuridad. Soy el vigilante del Muro. Soy el fuego que arde contra el frío, la luz que trae el amanecer, el cuerno que despierta a los durmientes, el escudo que defiende los reinos de los hombres. Entrego mi vida y mi honor a la Guardia de la Noche, durante esta noche y todas las que estén por venir.”


“Entra en el desierto, humilde y sosegado. Al Dios que te espera, la única cosa de valor que le has de presentar es tu entera disponibilidad. Cuanto más ligero sea tu equipaje humano, cuanto más pobre seas de lo que estima el mundo, mayor será tu oportunidad de éxito, ya que Dios gozará de mayor libertad para manejarte. Te llama a vivir a solas con él solo: a nada más.
La acción directa sobre los hombres, aunque sea por la pluma, para nada entra en las perspectivas intencionales del desierto. Luego has de consentir en perderte enteramente. Si abrigas el secreto deseo de ser o hacerte "alguien", vas derecho al fracaso. El desierto es implacable: expele infaliblemente a todo el que se busca a sí mismo.
Entra en él en santa desnudez... “

LIBROS:
  - "Juego de Tronos", por George R.R. Martin
  - "El eremitorio. Espiritualidad del desierto", por un cartujo.

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